Hace un año que vivimos en Bocas del Toro, Panamá. Es un pequeño paraíso rodeado de mar y de selva.
Hemos descubierto fondos marinos extraordinario y es un placer andar por sus bosques.
Decidimos este destino porque podemos combinar mar y tierra: Nuestra situación con nuestro hijo Aleix hizo que tuviéramos que buscar un sitio en tierra para vivir, mientras Marc puede trabajar con nuestro velero JU. Estamos viviendo en una típica casita Bocatoreña. Es una vivienda sin lujos muy sencilla, construida encima del mar. Es lo que más se parece a vivir en el barco. No tenemos el balanceo, pero si tenemos el sonido de las olas que me relaja o me tiene inquieta cuando Marc está embarcado. Aunque esté durmiendo puedo sentir si el mar está bravo o no… Al final creo que los que vivimos en el mar nunca bajamos la guardia del todo.
hermoso relato, lo disfruto parafro tras parafro, saludos desde la Patagonia.
Mil gracias!! Precioso lugar!! Saludos desde la Polinesia!